lunes, 7 de septiembre de 2015

A vueltas con el "solo"


Hace unos pocos días, Facebook -esa red social en la que todo es instantáneo, todo es exclusiva, y por tanto todo se olvida- se mostraba particularmente orgulloso de la "derrota" de la RAE, aunque sea de hace dos años. En 2010, la Academia siguió su proceso renovador de la norma al publicar la nueva Ortografía, donde se produjeron cambios que trajeron polémica: entre otras nuevas reglas, se suprimió la tilde de los demostrativos (éste, ése, aquél y sus derivados femeninos y neutros), de los monosílabos (guión, pié, fié) y del adverbio sólo. 

En el X Congreso de la SEHL, Salvador Gutiérrez Ordóñez dio buenos motivos para sostener la ausencia de tilde en los monosílabos, y ya los comentaré cuando su artículo salga a la luz. Pero sobre la polémica del sólo sí puedo añadir una pequeña nota, a raíz del librito que estudié para el mencionado Congreso: Maraña del Diccionario de la Academia, de Pedro de Múgica.

Múgica, hispanista bilbaíno que realizó su labor docente e investigadora en Alemania, firmó en 1897 esta pequeña obra en la que realizaba una crítica detallada, con generosa ironía, hacia el Diccionario Usual que la RAE publicó en 1884 (duocécima edición). Término por término, analizaba todas las entradas del diccionario, desde la A hasta la F. Para lo que hoy me interesa, al llegar a la voz "acento" no podía evitar comentar:
“[...] la Academia nos considera á todos, por lo visto, como á escolares de siete años, cuando distingue con un acento el verbo ser del sustantivo sér, y el adverbio sólo del adjetivo solo. Si se desea hacer general esta regla, adórnese con acento á puesto, sustantivo, para diferenciarlo del participio, lo mismo á habilitado y á otros cien vocablos lo menos. Pero lo que no puede admitirse, es que se haga esa distinción entre ésta y está; equivale á poner á dos perros gemelos un collar verde y otro rojo, para no confundirlos, bastando un distintivo solo.” (1897: 4)
No hace falta decir más. E independientemente de que Múgica se confunda (en el Diccionario de 1884, la Academia no tilda sér para diferenciarlo de ser, y su opinión sobre ésta y está es cuanto menos cuestionable: la tilde no diferencia entre el pronombre demostrativo ésta y el verbo está, sino entre tal pronombre y el adjetivo demostrativo esta), que ya en 1897 se comente el asunto del sólo/solo me da que pensar. En que, irónicamente, Múgica se quejaba hace 120 años de la inclusión de tal tilde para diferenciar palabras fácilmente distinguibles; hoy, nos lamentamos por su supresión, dando a entender que somos incapaces de saber cuál es el adverbio sólo y cuál el adjetivo solo

Claro que la conclusión de la Academia en la Ortografía de 2010 es poco menos que ambigua: comprensible, cuando indica que el empleo tradicional de la tilde diacrítica en estos casos 
"no cumple el requisito fundamental que justifica el uso de la tilde diacrítica, que es el de oponer palabras tónicas o acentuadas a palabras átonas o inacentuadas formalmente idénticas, ya que tanto solo como los demostrativos son siempre palabras tónicas en cualquiera de sus funciones." (RAE)
Y cuestionable, cuando remite al "contexto comunicativo (lingüístico o extralingüístico)" para distinguir cuándo estamos ante el adverbio y cuando ante el adjetivo, ya que los casos de ambigüedad son "raros y rebuscados". No lo dudo: pero son posibles, y ahí el uso de la tilde sería pertinente, y hasta necesario.

Pero volvamos a fijarnos en Múgica. Claro que su opinión no puede ser ley. Tampoco la de la Academia. Limpia, fija y da esplendor, pero también nos ha dado güisqui, aunque tuvo más suerte fútbol que no football; sus conclusiones sobre la tilde en éste/ése/aquél son comprensibles, igual que el incluir ahora en el Diccionario amigovio o jonrán, pero chocan contra un uso ya asentado que no lo acepta; y ha realizado una encomiable labor al tener en cuenta la variedad hispanoamericana, pero eso parece no importarle a la prensa. Esa misma que agita la reacción furiosa que ve casi como una afrenta personal el que la tilde en sólo haya desaparecido, y con el objetivo de rebelarse contra la dictadura egocéntrica y elitista de la RAE decide conservarla. Pues adelante: la RAE no sanciona, no impone; no debería juzgar, solo debería recoger el uso. Y el uso de la lengua es libre. 

Solo (je) pediría, ante el próximo titular sensacionalista de "derrota", un poco de información diacrónica: esto es, tener en cuenta el paso del tiempo. Múgica, en 1897, veía tal tilde innecesaria; en 2000, Gómez Torrego, en su Ortografía de uso del español actual, señalaba: "La tilde en solo cuando es adverbio es opcional, salvo en los casos en que es necesaria para deshacer la ambigüedad". Parece como si la supresión de la tilde fuese un asesinato imprevisto, pero con 12 años yo ya estudié la posibilidad de incluirlo o no: la reforma de 2010 no me pilló por sorpresa. Antes de despotricar, mejor mirar atrás para juzgar con argumentos.

Al final, todo se reduce a dos conclusiones: ser coherente con la norma escogida, y no variar a lo loco dentro de un mismo texto; y tener en cuenta qué norma sigue el profesor de turno a la hora de corregir el examen. Las discusiones teóricas las dejamos mejor para otra ocasión, otros debates de barra, o los propios comentarios a esta entrada.



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